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Mark Suzman, Director General de la Fundación Bill y Melinda, con Talash Hujibers, fundadora y Directora General de InsectiPro, visitan unas instalaciones de cría de insectos en Limuru (Kenia) en 2023.
Carta anual 2024 de la Fundación Gates

Una oportunidad única para la filantropía

Mark Suzman, Director Ejecutivo
Mark Suzman, Director General de la Fundación Bill y Melinda, con Talash Hujibers, fundadora y Directora General de InsectiPro, visitan unas instalaciones de cría de insectos en Limuru (Kenia) en 2023. ©Archivo Gates/Brian Otieno.
Grandes retos y gran potencial


Grandes retos y gran potencial

Anuja Bramhane, a postwoman, records the biometrics of a beneficiary at a camp set up by the India Post Payments Bank(IPPB) in Mumbai, Maharashtra.
Foto: ©Archivo Gates / Mansi Midha

En los años posteriores a la pandemia COVID-19 hemos sido testigos del aumento, tras décadas de declive, de la pobreza extrema, del resurgimiento de enfermedades infecciosas mortales, de desastres climáticos, y de antiguas y nuevas guerras.

Es difícil lidiar con las desigualdades. Hay madres y padres que se enfrentan a la desgracia de tener que enterrar a sus hijos que sucumbieron a enfermedades por las que los habitantes de países ricos nunca tendrán que preocuparse. Mujeres que podrían haberse salvado con intervenciones básicas de bajo coste mueren durante el parto simplemente por su raza, ingresos o lugar de nacimiento. Cientos de millones de personas viven con menos de 2,15 dólares al día en el mismo planeta en el que, durante los primeros 24 meses de la pandemia, la riqueza de los multimillonarios aumentó más que en los 23 años anteriores.

Además, al mismo tiempo que se incrementan las necesidades, los países de renta baja disponen de menos recursos para satisfacerlas. Casi la mitad de la población mundial vive actualmente en países que gastan más en el servicio de la deuda externa que en atención sanitaria. La ayuda oficial al desarrollo —las subvenciones y la financiación de bajo coste que ayudan a los países más pobres a satisfacer las necesidades humanas básicas— no ha dejado de disminuir en términos reales, ya que los países ricos gastan cada vez más en otras prioridades dentro y fuera de sus fronteras.

La buena noticia es que hay soluciones —existentes y emergentes— que mejorarán y salvarán vidas a pesar de estos retos. Herramientas digitales innovadoras pueden ayudar a más mujeres a acceder a oportunidades económicas. Las nuevas intervenciones relacionadas con el microbioma intestinal pueden ayudar a resolver la malnutrición. Las innovaciones agrícolas pueden ayudar a los agricultores a aumentar la producción, incluso en condiciones meteorológicas extremas.

Pero estas soluciones necesitan apoyo, sin lo cual acabará desperdiciándose todo el potencial que poseemos. Cuanto antes llegue ese apoyo, a más gente podremos ayudar hoy —lo que redundará en mayores beneficios para la próxima generación.

Este apoyo debe venir, en primer lugar, de los gobiernos, que desempeñan el papel más importante y esencial a la hora de garantizar que las soluciones lleguen a las personas que las necesitan. Sin embargo, los gobiernos se enfrentan a prioridades contrapuestas y a limitaciones fiscales muy concretas. Con demasiada frecuencia, el apoyo financiero a las crisis emergentes va en detrimento de la financiación de los desafíos fundamentales en materia de salud y desarrollo.

Los gobiernos deben tener un mayor protagonismo, así como las organizaciones multilaterales y las empresas privadas que desempeñan un papel crucial para impulsar la innovación y el progreso. Existe también otro sector que tiene mucho potencial para hacer del mundo un lugar más justo y saludable, y con esto vuelvo a Chuck Feeney.

Miles de personas prosperan hoy porque él identificó ciertas lagunas y ayudó a ofrecer soluciones para colmarlas. Eso es lo que puede hacer la filantropía a gran escala. Filántropos y filántropas de todo el mundo están encontrando nuevas formas de realizar donaciones para reducir las desigualdades. Espero que sean aún más activos y activas, y que un mayor número de personas se una a esta causa.

De las ideas al impacto


De las ideas al impacto

A mother waits for her children to receive the oral polio vaccine (nOPV2) at the Horseed internally displaced person (IDP) camp during a door-to-door polio immunization in the Kahda district, in Mogadishu, Somalia.
Foto: ©Archivo Gates / Ismail Taxta

El mundo está lleno de personas innovadoras que tienen la mirada puesta en grandes retos. Pero ¿es posible pasar de una idea a una solución real que se ponga efectivamente al servicio de la gente? Esto es algo que no ocurre con frecuencia y, cuando lo hace, la organizaciones filantrópicas suelen desempeñar un papel más importante de lo que uno puede imaginar.

Piense en esto: El poliovirus salvaje llegó a paralizar a 7.000 niños y niñas por semana. En 2023, esa cifra era de solo 12 niños y niñas —en todo un año. Ese progreso se debió a brillantes personas innovadoras que descubrieron avances y a héroes de primera línea que se aseguraron de que las soluciones llegaran a los niños y niñas, incluso en los lugares más remotos del mundo, gran parte de lo cual fue posible gracias a las organizaciones filantrópicas, como Rotary International, nuestra fundación y otras organizaciones dedicadas a un futuro en el que la polio forme parte del pasado.

Este es solo un ejemplo de cómo, en las últimas décadas, los gobiernos y las organizaciones no gubernamentales han logrado avances increíbles en la lucha contra las enfermedades infecciosas. Gavi, la Alianza para las Vacunas, ha facilitado la inmunización de más de 1.000 millones de niños. El Fondo Mundial ha salvado 59 millones de vidas del VIH, la tuberculosis y la malaria. El Centro Carter y sus socios están a punto de lograr que la enfermedad del gusano de Guinea, una infección parasitaria debilitante, sea la segunda enfermedad humana de la historia en desaparecer de la faz de la tierra.

Estos logros tienen algunos puntos en común. Atestiguan del arduo trabajo de miles de personas. Todos estos logros han sido posibles gracias a contribuciones filantrópicas, una parte de las cuales se realizaron en forma de donaciones financieras. Pero la forma en que los filántropos dirigen sus fondos y con quién colaboran es igual de importante.

Para nuestra fundación, eso significa identificar fallos de mercado, es decir, áreas en las que los sectores público y privado pueden no tener suficientes incentivos para intervenir, por lo que el progreso difícilmente puede darse sin la intervención de las organizaciones filantrópicas. Y esto significa trabajar con el fin de catalizar la acción de otras organizaciones, de modo que juntos podamos ayudar a ampliar las innovaciones que salvan vidas y dotar a quienes resuelven problemas de las herramientas necesarias para llegar más lejos, y más rápido.

Esta es una de las partes más apasionantes de la filantropía: tiene la flexibilidad necesaria para adaptarse rápidamente al entorno y asumir riesgos que otras entidades no pueden asumir, lo que puede acelerar el progreso.

Hacemos avanzar las cosas, pero no lo hacemos solos. Realizamos todo nuestro trabajo en estrecha colaboración con los países y las comunidades para impulsar el progreso hacia los objetivos que ellas han establecido, y no al revés. Al fin y al cabo, aunque las organizaciones filantrópicas puedan asumir riesgos y ayudar a colmar lagunas que de otro modo se pasarían por alto o no se financiarían lo suficiente, solo marcan la diferencia cuando trabajan en colaboración con los gobiernos, el sector privado y los expertos y expertas locales.

New client, Afolabi Tawakalitu, accesses mDoc’s website after signing up for services at the Balogun Market in Lagos, Nigeria, on September 14, 2023.
Foto: ©Archivo Gates / Nyancho NwaNri
Diseñar para la equidad: El papel único de la filantropía


Diseñar para la equidad: El papel único de la filantropía

Mukani Moyo, a post-doctoral scientist in food chemistry at the International Potato Center, extracts Vitamin C from an orange-fleshed sweet potato sample at the International Livestock Research Institute in Nairobi, Kenya.
Foto: ©Archivo Gates / Brian Otieno

Dondequiera que voy, me preguntan qué está haciendo la Fundación Gates en relación con dos grandes temas: el cambio climático y la inteligencia artificial. El enfoque de nuestra fundación sobre estos asuntos ilustra la forma en que entendemos el papel de la filantropía, y nuestro rol en concreto.

Hablemos, en primer lugar, del cambio climático. La inmensa mayoría del gasto en clima se destina a esfuerzos de mitigación, es decir, a reducir las emisiones de carbono, algo que es fundamental para el futuro de nuestro planeta. Pero ¿qué ocurre con los efectos que ya están perjudicando a las comunidades?

Lo que ocurre es que las personas que menos han contribuido a esta crisis —como, por ejemplo, los pequeños agricultores del África subsahariana— ya están sufriendo sus consecuencias más graves. Sin embargo, sólo una décima parte de la financiación mundial para el clima se destina a la adaptación climática y una fracción aún menor se dirige a intervenciones que benefician a las personas más pobres.

Por eso, en colaboración con gobiernos y grupos internacionales como el CGIAR, la mayor organización mundial de investigación agrícola, la Fundación Gates financia la I+D y el suministro de soluciones que amplían las opciones de los y las agricultoras. Estas innovaciones, como la que permite a los pollos sobrevivir mejor a las enfermedades y la que facilita a las variedades de mandioca resistir eficientemente a la sequía, no siempre son rentables para las empresas privadas pero sí tienen el potencial de ayudar a millones de familias a aumentar sus ingresos. Ese es exactamente el tipo de fallo de mercado que queremos resolver.

Hablemos ahora de la IA. Cuando surge una nueva tecnología es muy probable que los países ricos aprovechen su poder económico y que los países de renta baja se queden a la zaga. Lo mismo ocurre con la IA: ésta no beneficiará a las comunidades pobres a menos que esté diseñada para ello.

Recientemente lanzamos una convocatoria de subvenciones dirigida a investigadores e investigadoras que estudian el uso de la inteligencia artificial para fomentar la equidad en la salud y el desarrollo mundiales. Casi el 80% de las propuestas que recibimos, y todas las subvenciones que seleccionamos, procedían de investigadores e investigadoras de países de renta baja y media.

Estas iniciativas tienen previsto utilizar grandes modelos lingüísticos para mejorar el registro médico de las mujeres jóvenes en Pakistán, ofrecer asesoramiento sobre el VIH sin prejuicios en Sudáfrica, producir lecciones personalizadas de STEM en vídeo para los alumnos y alumnas de NIgeria, difundir información sobre los riesgos de la malaria en diferentes lenguas locales a través de la radio de Tanzania... y mucho más.

Este trabajo podría haberse realizado sin nuestra participación. Sin embargo, el apoyo filantrópico aumenta drásticamente la probabilidad de que las soluciones lleguen a las personas que más las necesitan, y de una forma temprana y eficiente.

Muchas maneras de hacer posible lo imposible


Muchas maneras de hacer posible lo imposible

Sarah Masenga, Responsable de Comunicación de la Fundación para la Sociedad Civil, planta un árbol procedente de una limpieza de playa con motivo de GivingTuesday en Dar es Salaam, Tanzania.
Sarah Masenga, Responsable de Comunicación de la Fundación para la Sociedad Civil, planta un árbol procedente de una limpieza de playa con motivo de GivingTuesday en Dar es Salaam, Tanzania. Foto de la Fundación para la Sociedad Civil.

Estamos orgullosos y orgullosas del papel que desempeña nuestra fundación para ayudar a resolver problemas urgentes pero no somos, ni mucho menos, los únicos que hacemos este tipo de cosas. Hay muchos filántropos y filántropas que aportan enfoques novedosos y conocimientos únicos a un amplio abanico de problemas.

El ecosistema filantrópico ya no es el mismo que el de la época en que empecé a trabajar en este ámbito hace más de 15 años. Y ello es algo positivo. Donantes de todo el mundo están aportando una visión audaz y experiencia a retos complejos. El Foro de Filantropía Africana ayuda a los donantes africanos a trabajar juntos para impulsar un desarrollo inclusivo y sostenible en todo el continente. Me entusiasma la labor de las fundaciones de la India, China y Singapur que se enfrentan a problemas locales y mundiales. En la medida que una nueva generación de filántropos y filántropas está emergiendo, estas organizaciones aportarán nuevas ideas que elevan el listón de las buenas donaciones.

Y, por supuesto, no sólo los muy ricos y ricas pueden marcar la diferencia. Las pequeñas donaciones, en conjunto, tienen un impacto enorme sobre la sociedad. Hoy en día, casi la mitad de los países del mundo participan en el GivingTuesday, un movimiento que ha facilitado más de 13 000 millones de dólares en donaciones desde su creación en 2012.

También existen millones de personas de todo el mundo que envían dinero a sus familias en sus países de origen. Este tipo de donaciones, denominadas remesas, alcanzaron los 590 000 millones de dólares en 2020. Esta cifra superó con creces todas las demás fuentes de ayuda internacional combinadas.

Se podría pensar que, cuando la gente atraviesa dificultades económicas, las remesas disminuyen. Pero ocurre precisamente lo contrario: la gente vive con menos y aun así envían más dinero a casa. Durante la pandemia de COVID-19, por ejemplo, las remesas aumentaron por un 19%. 

Hay mucha generosidad en el mundo. Y existen más recursos que nunca para ayudar a las organizaciones filantrópicas a traducir su generosidad en impacto, desde la financiación colaborativa hasta los nuevos modelos de donación a gran escala.

Donar a las zonas más necesitadas

Independientemente de que los donantes dispongan de 10 dólares o 10 millones de dólares para donar, quieren cerciorase de que su donación tiene un impacto, y con tantas opciones sobre dónde y cómo donar, la decisión puede resultar desalentadora. Afortunadamente, décadas de innovación y colaboración en el sector filantrópico mundial permiten a los donantes no tener que recorrer este camino solos y solas.

¿Cómo pueden los donantes destinar su dinero a las áreas más necesitadas y confiar en que estas donaciones se utilizarán eficazmente?

Treyvon Moliere (izq.) trabaja en sus prácticas con un mentor. Las prácticas se realizaron a través de YouthForce NOLA en Nueva Orleans, Luisiana.
Treyvon Moliere (izq.) trabaja en sus prácticas con un mentor. Las prácticas se realizaron a través de YouthForce NOLA en Nueva Orleans, Luisiana. ©Archivo Gates / Christiana Botic

En los Estados Unidos, las fundaciones comunitarias son un recurso extraordinario. Tienen profundos vínculos locales y pueden ayudar a orientar a los donantes hacia las áreas de mayor impacto.

Las colaboraciones de donantes son un gran recurso para realizar donaciones internacionales a gran escala. Estas organizaciones reúnen a los donantes, aportan su experiencia y canalizan eficazmente el dinero hacia las organizaciones locales.

Las colaboraciones de donantes y su compromiso común con la equidad

Mujeres comparten sus experiencias de participación en cursos de formación sobre cuestiones de género en Bihar, India.
Mujeres comparten sus experiencias de participación en cursos de formación sobre cuestiones de género en Bihar, India. ©Archivo Gates / Mansi Midha

El setenta por ciento de las organizaciones colaborativas afirman dar prioridad explícitamente a la igualdad de género o racial.

Algunas se dedican a temas específicos, como el Fondo END, que se centra en eliminar las enfermedades tropicales desatendidas, o el Fondo Co-Impact de Género, que apoya el liderazgo de las mujeres. Otras ayudan a comunidades concretas. Anamaya se centra en la salud y la nutrición de las comunidades tribales de la India. Blue Meridian Partners busca soluciones que amplíen las oportunidades de las personas que viven en la pobreza en los Estados Unidos y ha recaudado 4.500 millones de dólares desde su creación.

¿Están las pequeñas organizaciones realmente preparadas para absorber grandes donaciones? 

Habitat for Humanity del Gran Los Ángeles recibió una donación de 20 millones de dólares del filántropo MacKenzie Scott.
Habitat for Humanity del Gran Los Ángeles recibió una donación de 20 millones de dólares del filántropo MacKenzie Scott. Foto de MediaNews Group / Long Beach Press-Telegram vía Getty Images

En 2020, MacKenzie Scott empezó a hacer grandes donaciones ilimitadas a organizaciones sin ánimo de lucro e instituciones educativas, muchas de ellas pequeñas organizaciones. Algunas personas se preguntaban si las donaciones eran mayores de lo que las organizaciones receptoras podían manejar.

Pero un estudio del Center for Effective Philanthropy descubrió que los líderes de organizaciones sin ánimo de lucro que recibieron subvenciones de Scott informaron de pocas consecuencias negativas y mostraron como planificaban sus acciones a largo plazo para minimizar los riesgos una vez consumidas las subvenciones. Hoy en día, esas subvenciones están fortaleciendo a casi 2 000 instituciones eficaces en todo el mundo.

Sé que actualmente hay personas comprometidas de forma genuina con la filantropía que tienen una capacidad limitada para realizar donaciones. Pero para los que pueden hacerlo, empezar ahora tiene enormes beneficios.

Por un lado, podrán apreciar el impacto que producen sus intervenciones. También tendrán tiempo para generar confianza y entendimiento en las personas para las que realizan el trabajo. Las alianzas sólidas son su propia recompensa, pero también conducen a un mayor impacto. Y cuanto antes comience este proceso más impulso podrán generar. Esto es especialmente importante cuando se trabaja en temas en los que el progreso no se mide en meses, ni siquiera en años, sino en décadas.

La organización sin ánimo de lucro Tuesdays for Trash organiza una recogida de basura para el GivingTuesday de 2022.
La organización sin ánimo de lucro Tuesdays for Trash organiza una recogida de basura para el GivingTuesday de 2022. Fotografía de Tuesdays for Trash.
Lo que podrían hacer miles de millones de dólares


Lo que podrían hacer miles de millones de dólares

Research scientist, Ochieng Ouko from the Kenya Agricultural and Livestock Research Organization (KALRO) holds baby chicks at the poultry research unit in Naivasha, Kenya.
Foto: ©Archivo Gates / Brian Otieno

Hay muchos aspectos destacables en las donaciones que realizaba Chuck Feeney, pero lo que más me llama la atención es cómo daba prioridad a las personas que menos oportunidades tenían.

La mayoría de los y las donantes ricas expresan su deseo de contribuir al cambio social, pero en la práctica destinan una mayor proporción de sus donaciones a universidades e instituciones culturales de élite. Feeney hizo ambas cosas. Donó casi mil millones a su alma mater pero también miles de millones para cubrir necesidades humanas básicas.

Imaginemos las posibilidades que habría si más donantes siguieran su ejemplo. ¿Y si, junto a una donación de 100 millones de dólares a una universidad selecta, donaran también 100 millones para crear un sistema de gratuidad de los libros de texto en línea para todos los estudiantes universitarios de los Estados Unidos para siempre? ¿Si un donante diera 20 millones de dólares a una institución que busca una cura contra el cáncer y 20 millones para financiar la investigación sobre la malaria, una enfermedad que sigue llevándose la vida de un niño cada minuto? ¿O 5 millones de dólares al colegio privado de su hijo y 5 millones de dólares para apoyar una enseñanza de calidad en el África subsahariana?

Sé que muy pocas personas están dispuestas o son capaces de donar todo su patrimonio. Pero hay un largo trecho entre la generosidad de Feeney y el estado actual de las donaciones entre los más ricos y ricas, y muchas oportunidades para incrementar el impacto.

Globalmente, el patrimonio neto de los 2.640 multimillonarios y multimillonarias del mundo es de al menos 12,2 billones de dólares. Con 1.000 millones de dólares, los filántropos y filántropas podrían financiar un conjunto de intervenciones de alto impacto y bajo coste que podrían salvar las vidas de dos millones de madres y bebés para 2030. Con 4.000 millones de dólares podrían ayudar a 500 millones de pequeños agricultores a ser más resistentes al cambio climático y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero procedentes de la agricultura en 1 gigatonelada al año de aquí al año 2030. Con algo más de 7.000 millones de dólares podrían hacer llegar las vacunas a 300 millones de personas, evitando al menos 7 millones de muertes.

Si todos los multimillonarios y multimillonarias del planeta donaran el 0,5% de su riqueza se desbloquearían 61.000 millones de dólares, suficientes para cubrir todo lo anterior y aún sobrarían 49.000 millones.

Ese dinero podría crear muchas oportunidades para mucha gente, pero sólo si se utiliza y si se utiliza bien. En los Estados Unidos, Canadá y Australia, las fundaciones filantrópicas deben realizar contribuciones de al menos el 5% de sus activos cada año. Personalmente, creo que este porcentaje podría ser mayor, sobre todo si tenemos en cuenta que se trata de un dinero que se beneficia de ventajas fiscales. El sistema en estos países es mejor que el sistema actual en la mayor parte de países de Europa, donde las fundaciones no tienen ninguna obligación de aportar contribución alguna.

Midwife Eva Nangalo gives a swaddle demonstration to first time mother Shakira Nankya, 23, at the Nakaseke General Hospital in Nakaseke District, Uganda.
Foto: ©Archivo Gates / Zahara Abdu

En el mundo actual no faltan problemas complejos por resolver, ni personas innovadoras dispuestas a afrontarlos. En todo el mundo, ellas están a punto de lograr avances significativos que pueden salvar y mejorar millones de vidas. Algunos de estos descubrimientos ya están llegando a personas necesitadas. Otros tardarán algún tiempo, pero tienen el potencial de cambiar la vida tal y como la conocemos. Ahora bien, sin una inversión generosa y un apoyo constante las grandes ideas seguirán siendo sólo eso: ideas.

En cambio, si más personas intensifican sus aportaciones y concentran sus recursos en las áreas más necesitadas, esas ideas pueden traducirse en impacto. Eso significa un mayor número de agricultores que puedan mantener a sus familias, haga el tiempo que haga; un mayor número de niños y niñas que no padezcan enfermedades que se pueden prevenir; y un mayor número de madres para las que el parto sea una fuente de alegría y no de miedo.

Juntos, juntas, podemos hacer realidad todo el potencial de la filantropía en el momento en que el mundo más lo necesita.

Mark Suzman
Director Ejecutivo
Fundación Bill y Melinda Gates

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